Beneficios a nivel físico:
Actualmente
el sobrepeso y la obesidad está
comenzando
a ser un gran problema entre los más
pequeños.
La práctica
de la educación
física
ayuda a controlar estos aspectos así
como
a prevenirla en edades adultas.
La
forma de ganar peso en los niños y en los adultos es diferente
Mientras que en los adultos se gana o se pierde peso cambiando el
tamaño de las células
adiposas (células
que almacenan y forman los depósitos de grasas del cuerpo), en los
niños se generan nueva células
para almacenar la grasa cuando sea necesario. Por tanto, los
adipositos, según
investigaciones,
se incrementan en la infancia en lugar de en la edad adulta. Lo que
esto quiere decir, es que los niños que tengan sobrepeso encontrarán
mayores dificultades para perder peso que aquellas personas que
engorden ya siendo mayores.
Cuando
se pierde peso, después de una dieta muy estricta, es habitual que
se produzca el efecto
rebote,
que se ganen los kilos que se han perdido e, incluso, se puede llegar
a engordar más. Esto podría deberse (instituto sueco Karolinska
Institutet), a que a partir de los 20 años las células adiposas, o
adipocitos, que son las que acumulan las grasas, no disminuyen de
número, sino que cuando se adelgaza sólo disminuyen de tamaño.
"Los resultados muestran, al menos en parte, por qué es tan
difícil mantener el peso después de adelgazar", afirma Peter
Arner uno de los miembros del equipo que ha realizado el estudio,
"las células adiposas necesitan llenarse de lípidos
rápidamente”. Este descubrimiento avanza en el conocimiento de
cómo el cuerpo humano regula su peso ya que demuestra que el número
de adipocitos se mantiene constante a lo largo de la vida adulta.
Hasta ahora se creía al adelgazar se reducía su número. Sin
embargo, "el número total de células adiposas en el cuerpo es
estable, porque se fabrican nuevas unidades y se equilibra con las
que se eliminan por la muerte natural de las mismas", (Peter
Arner)
En
estas edades los huesos están
en continua formación y crecimiento, por lo que es importantísimo
que éstos
crezcan con una mineralización
considerable. La práctica
de la actividad física
favorece una mayor mineralización de los huesos
-huesos más
fuertes- y por tanto, se disminuye el riesgo de padecer osteoporosis
a una mayor edad. En las niñas, si cabe, este aspecto tiene aún
más
importancia, porque a partir de la menopausia se produce una pérdida
acelerada de la masa ósea, sobre todo entre los 5 y 10 primeros años
posteriores a la pérdida
de la menstruación.
La
práctica
de la educación
física
también
produce una maduración del sistema nervioso motor y un aumento de
las destrezas motrices. El conocimiento, la práctica
y la valoración de la actividad física
es un elemento indispensable para preservar
la salud.
Esta área
es clave para que niños y niñas adquieran hábitos
saludables y de mejora y mantenimiento de la condición
física
que les acompañe durante la escolaridad y lo que es más
importante, a lo largo de su vida.
Su
práctica nos
protege de
los riesgos derivados del sedentarismo (según
la Organización Mundial de la Salud -OMS- el sedentarismo aumenta
las causas de mortalidad, duplica el riesgo de enfermedad
cardiovascular, de diabetes de tipo II y de obesidad. Aumenta el
riesgo de hipertensión
arterial, problemas de peso, osteoporosis, depresión
y ansiedad).
La
educación
física
ayuda a conocer las
limitaciones y posibilidades corporales, lo
cual es básico
en la formación de cualquier persona.